martes, 9 de septiembre de 2025

Diego, Nilo, Piu y Aguilón. Parte II (Improvisation in my Mind)

No pensaba volver a subirme al escenario de la vida, pero el Voluntarioso y Perseverante Amigo Diego Marín, promotor/organizador del Concierto/Entrevista me hizo ver que aquello que ha de suceder, sucede, y uno no puede interponerse e impedir que fluyan las aguas y los acontecimientos. De hay que hoy, mi 265 Luna Llena con sus 7420 días, se despeja la incertidumbre de Heisenberg, resolviendo la incógnita jaja, y el formidable reportaje de Diego sale a escena, buen trabajo amigo, y encima me concedéis la portada como si fuese el protagonista jaja, bueno, puede que tenga mi mérito, pero el verdadero protagonista es el Paraíso Valle Urbión y vosotros, mi Valiosa y querida Big Band Paradise, con mención especial a esos mis insignes y magistrales músicos de estudio y formidables amigas y amigos sin los cuales no hubiese podido componer las mejores obras y canciones de mi vida, ya que estos 20 años de GIRA CONTINUA, han sido por supuesto LOS MEJORES AÑOS DE MI VIDA, y de ellos surgieron nuestras mejores obras y composiciones, es vuestro homenaje Amigos, yo sencillamente soy uno más de la plantilla y la Banda, y en esa nuestra colaboración desinteresada, leal y profesional donde las haya, radica nuestro virtuosismo, y la excelencia de nuestros grandes éxitos y logros. Posdata, remasterizando a Epicuro, con su permiso Maestro. Antes que buscar  el éxito, el triunfo y la gloria, busca a esos formidables  amigos con los que poder compartir, éxitos, triunfos, logros y gloria.

Sergio Barbero Pecharromán (Águila Solitaria) posa junto a su gato Piu en el refugio de Tacudia, en el valle del Urbión, donde reside desde hace dos décadas. D.M.A.
Águila Solitaria, el moderno eremita
Sergio Barbero Pecharromán cumple 20 años retirado como un asceta: vive en un refugio de montaña del valle del Urbión



En el valle del Urbión los viejos corrales permanecen en ruina. El sendero que desemboca en la laguna glaciar parece conducir al Pantano de la Tristeza, ese lugar de 'La historia interminable' donde superar la desesperanza. El camino remonta el río con el silencio solo quebrado por las cascadas. En ese tránsito, montaña adentro, en el refugio de Tacudia, reside desde hace veinte años Sergio Barbero Pecharromán, más conocido como Águila Solitaria. Subsiste como un asceta, sin cazar ni pescar, gracias a su huerto cultivado a 1.200 metros de altitud y a las provisiones que le ceden amigos y senderistas. Este madrileño de 58 años se ha convertido en referente espiritual para algunos y símbolo de lo que otros desearían y no se atreven: vivir en el fin del mundo.

Muchos se lo confiesan, se sienten alienados en la sociedad. «Esa es la paradoja. Yo no vine a retirarme. Al revés, vine al fregado más importante de mi vida. En estos 20 años no he trabajado más ni he estado más activo. Soy una persona sociable pero me aparté para vivir en paz», confiesa Sergio. Llegar a él es una pequeña aventura, más de una hora de coche desde Logroño y otra más a pie. Allí, en la nada, con la única compañía de un gato y el Urbión, vive Águila Solitaria, leyenda para algunos pero, en realidad, una persona que decidió perderse para encontrarse. Fue después de acudir a limpiar el petróleo vertido por el Prestige en las cosas de Galicia y de emprender una 'Marcha por la paz y anticontaminación' a pie por la N-6 hasta Santiago de Compostela. Entonces decidió buscar su lugar en el mundo y lo encontró en Las Viniegras gracias a su amigo Manolo, de Nájera.

Hay que ser un lunático o estar muy cuerdo para aguantar allí dos décadas como un moderno eremita. Dejó su trabajo de impresor, dejó a su pareja e inició el que considera su romance con el valle del Urbión. «En un mundo de locos quizás aquellos que, a primera vista, podemos parecerlo más somos los que hemos mantenido el sentido común ante esta avalancha de sinrazones», argumenta Águila Solitaria. Allí, asegura, después de que Ramón y Cajal le provocara «un big bang neuronal», ha estudiado Física Cuántica, Astrofísica, Química, Matemáticas... Contado así parece una película. Hay una parecida, 'Hacia rutas salvajes', y acaba mal. Águila Solitaria también cuenta lo negativo: «Lo más duro de dejar no son las comodidades sino a quienes quieres. Tampoco he sido un insensato, a 5 kilómetros está la carretera. Era idílico pero también supe a lo que me iba a enfrentar.

Los fenómenos que han conmocionado al país en los últimos años, como el confinamiento, la Filomena y el apagón, para él son hechos cotidianos. Ha llegado a estar dos días sin poder salir del refugio por la nieve «pero cuando estás enamorado ya pueden caerse los anillos de Saturno que no te para ni un 20 bajo cero ni dos metros de nieve». También confiesa que la única tentación que le hizo dudar sobre abandonar su 'Paraíso Urbión' fue una mujer. Hasta cuatro años ha acumulado sin pisar la civilización, desde la pandemia hasta enero de 2024. Y contabiliza más de dos meses sin haber visto a nadie.

A cambio tuvo la compañía del perro Calcetines, ahora de su gato Piu y hasta de un cervatillo al que alimentó a diario hasta que murió de sarna. Afirma no disponer de cuenta bancaria ni de propiedades, que regaló su permiso de conducir a un niño de Viniegra de Abajo y que renuncia al ingreso mínimo vital. «No se trata de tener, se trata de ser», propone. Vive al margen pero unas placas solares y a la conexión a internet que le presta su amigo Rafa le permiten conocer la actualidad.

No soy una persona solitaria, si no me hubiera ido a un sitio donde no hubiera gente», expone, aunque lo cierto es que, si bien recibe visitas con cierta frecuencia, el recóndito lugar donde se encuentra no es la Gran Vía. Esto ha provocado que haya pasado días sin comer, algo a lo que se ha acostumbrado. Sobre esto recuerda a Epicuro: «Debemos buscar a alguien con quien comer y beber antes de buscar algo que comer y beber, pues comer solo es llevar la vida de un león o un lobo». Así, ofrece al visitante su especialidad culinaria: «Lentejas del Urbión».

Hace unos años, con motivo de la guerra de Siria, Águila Solitaria inició una huelga de hambre. «No fue de cara a la galería sino una cuestión personal», destaca. Fueron doce días comiendo lechuga, hasta que aparecieron unos amigos para sabotear su acción. «Decían que hacer huelga de hambre sin comida es fácil, así que me trajeron esas tentaciones por las que la mayoría pierde su integridad, pero resistí hasta que vino Rafa con un guiso muy rico y se quedó a dormir conmigo. Entonces percibí que lo que tenía que hacer ya estaba hecho y comí», recuerda.

Aunque es habitual que Águila Solitaria adopte una postura trascendente y espiritual, no niega que se ha visto obligado a acudir al terrenal médico y que ha sucumbido a la gula al disfrutar de un pincho de champiñones del Soriano y una cerveza con limón. Y es que también ha sufrido duros episodios de enfermedad, a veces por una hernia, otras por lo que define como «atasco en la nacional intestinal». «Algo me decía que tenía que terminar la carrera con las llantas como estuvieran, aunque llegaran en alambres», exagera. O no."

Porque al acabar el último invierno cree que le transmitieron un virus que le postró una semana en la cama, sin leña. «Físicamente me vine abajo totalmente», reconoce, ya de nuevo como Sergio. Pero afirma no temer a la muerte. «El problema es vivir como un muerto. Entiendo que hay cosas que no mola hacer, que conllevan un sacrificio, pero hay que hacerlas», proclama.

Hubo un madrileño que apareció allí para alejarse de un problema, iba camino de la laguna de Urbión y se paró a charlar con Águila Solitaria. Después continuó su camino pero al poco regresó sin haber completado su excursión. Al preguntarle qué había pasado, contestó: «Lo que venía buscando ya me lo has dado». Y se marchó por donde había venido. Aquel fue un encuentro fortuito, pero hay quien acude a Tacudía como en busca de un oráculo de Delfos.

Aquí ha venido mucha gente con verdaderos problemas emocionales, sentimentales y psicológicos», expone. ¿Y no cree que esas personas necesitan un psicólogo? «Todos necesitamos amor. Quizás de lo que más orgulloso me siento es de tener ese don de ser persona», contesta. Sin duda lo es. Y afectuoso, amante de la conversación, con sus humanas contradicciones porque, aunque ostente una vida contraria al capitalismo, si se encuentra una Coca-Cola olvidada, fresquita bajo la hermosa cascada La Chorrera, no lo interpreta como una aparición mariana sino que la bebe agradecido por el despiste del senderista que la olvidó allí.

A este ermitaño bien afeitado y con coleta de indio le gusta el heavy, afirma que «la macrocorrupción invade la nación», considera el fútbol «el opio del pueblo», entiende el enfado de los ganaderos con el lobo, cree que no todo es culpa del cambio climático, repudia las redes sociales (pero mantiene un blog) y es consciente de no tener «ningún súper poder», pero sentencia: «Estoy más implicado con el mundo que esa mayoría que vive ahí, en un continuo 'carpe diem', como si la cosa no fuera con ellos»; y de alguna manera tiene razón.

Todo se resume en el aforismo de Hipócrates: «El médico cura, la naturaleza sana». En su búnker de resistencia, una utopía, agradece una Telepizza, un bocata de calamares o una cervecita, pero se siente un titán que, como Atlas, soporta la integridad del mundo.




Nilo

Improvisation in my studio.

Feodor Dosumov - 'Angry Joe' | JTCGuitar.com

2 comentarios:

  1. Con su permiso mi apreciado Don MIGUEL: Y en lugar de la Rioja, de cuyo nombre SI quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un Eremita moderno, como antaño y manda la ética, sempiterno, audaz y risueño. Así vivió con honor por siempre, acorde a su codigo caballeresco, dando valor a su existencia, en aquel su amado valle, y sierra de Urbion. Vale

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  2. Colaboración AVIAR, genial cita Petrel, no podía dejar de citarla en la Bitácora y ya de paso le pongo la cara B a este single grandes éxitos con otra de Don Quijote jaja eeeeeeee, Petrel jaja. Demolí todos los puentes detrás de mí, para no tener otra opción que seguir adelante. FRIDTJOF NANSEN. Bien se lo que es valentía, qué es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad: pero menos mal será que el qué es valiente toqué y suba al punto de temerario que no que baje y toque en el punto de cobarde. Don Quijote, el insigne Caballero Andante

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